El País 15-9-19

Hay conversaciones estivales imposibles de eludir. Antes o después, todos hablamos del calor y de la predisposición (mayor o menor) que tiene cada uno a ser atacado por los mosquitos. Porque, es evidente, el mundo se divide entre dos tipos de personas: aquellas cuya sangre parece ser un néctar mágico que atrae a los zancudos y quienes, en cambio, parecen poseer un súperpoder en su epidermis que los ahuyenta. Pero poca broma con estos insectos, puesto que son los responsables de un número muy importante de muertes humanas cada año (alrededor de 750.000 según diversos estudios), al ser transmisores de enfermedades como la malaria. Esto les convierte en el animal más letal que existe para nuestra especie. La mayoría de nosotros, sin embargo, más que preocuparnos por el zika o el dengue (presentes por ahora solo en climas tropicales, aunque el aumento de las temperaturas globales podría provocar su expansión) nos ofuscamos porque sus zumbidos y picaduras nos revienten la siesta.

Alrededor de los mosquitos hay un buen número de creencias, muchas de ellas falsas, que nos han llevado a utilizar remedios poco útiles -cuando no directamente ridículos- para aliviar el dolor de una picadura o evitar que ocurra. ¿Quién no se recuerda con un pegote de barro en el brazo para aliviar el dolor porque, decían las madres, absorbía el veneno? Una idea tan poco sustentada científicamente como que los mosquitos prefieren la sangre dulce. Lo cierto es que estos pequeños vampiros gourmet sí que eligen a sus víctimas pero lo hacen por otros motivos. Diversos estudios avalan que las hembras de los mosquitos eligen a sus víctimas teniendo en cuenta, en primer lugar, el dióxido de carbono que exhalamos. Pueden localizarnos hasta una distancia de 50 metros gracias al CO2, pero, cuando se encuentren más cerca, entran en juego otros factores como la temperatura corporal, el color de la ropa y, principalmente, los compuestos químicos que producen las bacterias que viven en nuestra piel.

Ya sea por prevención de enfermedades o por evitar el molesto dolor de las picaduras, es recomendable utilizar algún tipo de repelente para ahuyentar a los mosquitos. Y aquí viene ahora la gran pregunta: ¿cuál de ellos es más efectivo? ¿Los naturales? ¿Los tecnológicos? ¿O, tal vez, los clásicos compuestos químicos? América Valenzuela se ha jugado acabar con sus manos llenas de habones para probarlos todos…