El País 4 de octubre

El dengue es una enfermedad tropical en ascenso desde hace unos años, también en España, y aún no hay vacunas ni tratamientos eficaces. El control de vectores mediante ejemplares transgénicos se presenta como la vía más esperanzadora para reducir los casos. Así lo demuestra un experimento en Medellín

En la ciudad colombiana de Medellín existe una peculiar fábrica: producen semanalmente unos 40 millones de mosquitos cuyo destino será volar y reproducirse libremente por la urbe. ¿Para qué podría ser útil esta particular industria? Se lo preguntaba Bill Gates el pasado agosto, cuando visitó estas instalaciones. La respuesta suena a superproducción de Hollywood: para salvar millones de vidas de la fiebre quebrantahuesos. Este es el nombre novelesco del dengue, una de las enfermedades tropicales que más preocupan hoy por el progresivo aumento de casos de los últimos años. El más reciente brote ha ocurrido hace una semana escasa en Pakistán, donde las recientes inundaciones han provocado un repunte de infecciones y ya son más de 30.000 los infectados en lo que va de 2022.


Transmitida por mosquitos Aedes, principalmente del subgénero aegypti y en menor medida el albopictus, esta infección vírica alcanza cada año a más de 400 millones de personas y mata a cerca de 20.000 en más de cien países, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aunque en el 80% de los pacientes cursa de manera asintomática. Cuando hay síntomas, son parecidos a los de la gripe, y en menor medida se dan casos graves que incluyen complicaciones como hemorragias graves e insuficiencia orgánica que pueden acarrear la muerte, sobre todo entre niños de corta edad. Y no hay que infravalorarla: la OMS alerta de que ya es una de las principales causas de hospitalización y muerte entre niños y adultos de las regiones más endémicas: Asia, Oceanía y América. Al mismo tiempo, este organismo ha establecido como meta alcanzar una tasa de letalidad cero para el 2030.

Los casos se concentran fundamentalmente en áreas urbanas y peri urbanas de los continentes afectados, y desde el año 2000 se han multiplicado por ocho, según la OMS. Además, hace una década regresó a Europa: en 2010 se detectaron por primera vez transmisiones locales en Francia y Croacia, y desde entonces se notifican contagios todos los años. Igual ocurre en España desde 2018. Incluso en Madrid se halló en 2019 la primera transmisión conocida por vía sexual. Como colofón, la resistencia de los artrópodos a los insecticidas tradicionales es cada vez mayor.

La Wolbachia es una bacteria que impide que los mosquitos transmitan el virus causante del dengue

Dada la creciente preocupación sobre esta patología en ascenso, la Real Academia Nacional de Medicina (RANM) y la Iniciativa de Medicamentos para Enfermedades Olvidadas (DNDi por sus siglas en inglés) organizaron una sesión científica el pasado 28 de septiembre en Madrid para explorar los avances en prevención, terapias y vacunas en un momento en que aún no existe un tratamiento específico.

Ricardo Molina, jefe de entomología médica del Instituto de Salud Carlos III de Madrid, desveló la primera razón por la que el dengue se ha convertido en una “emergencia mundial”, en sus propias palabras: a consecuencia del cambio global, que no climático porque el planeta está viviendo una transformación más honda que la del clima: hay cambios en los suelos, en los sistemas agropecuarios... Son factores que, en su conjunto, confluyen en favorecer la expansión del virus. “La globalización es la que está causando gran parte de estos problemas: el transporte marítimo y aéreo se han incrementado mucho en las últimas décadas y están trayendo problemas con especies invasoras portadoras de enfermedades”, describió Molina. De hecho, el aedes albopictus, conocido como mosquito tigre y tradicionalmente menos común que el aegypti, es ahora el protagonista en el continente europeo. “Tienen una adaptación tremenda y eso hace que puedan establecerse criaderos en sitios tan inverosímiles como un vaso o un neumático

Así es como se ha dispersado por el mundo: a través del comercio de neumáticos nuevos y usados de regiones endémicas”, aseguró.

“Tenemos herramientas muy deficientes. En terapéutica no hay nada y la primera vacuna aprobada y comercializada en 2015 tiene limitaciones”, lamentó el doctor Jorge Alvar, académico de la RANM y coordinador del evento. “Por eso, en la actualidad, el método en el que más esperanzas hay puestas es prevenir las picaduras mediante el control de vectores. Aquí es donde más avances hay”, completó.

Los resultados del World Mosquito Program en la ciudad de Medellín indican una caída de las infecciones de un 89%

A continuación, el académico cedió la palabra al profesor Iván Darío Vélez, gerente de la rama colombiana del World Mosquito Program (WMP), una iniciativa internacional que consiste en la alteración en el laboratorio de ejemplares de aedes aegypti con el fin último de reducir los casos. Los resultados del estudio del equipo de Vélez en la ciudad de Medellín indican que se ha registrado una caída de las infecciones de un 89% desde que comenzaron con el proyecto, en 2015. Todo gracias a esos 40 millones de mosquitos por semana que se gestan y modifican para que nazcan portando una bacteria de origen natural llamada Wolbachia que los hace incapaces de transmitir el virus.

La Wolbachia se encuentra en aproximadamente la mitad de todas las especies de artrópodos, incluidas moscas de la fruta, polillas, libélulas y mariposas. Su secreto es que es capaz de impedir la transmisión del virus que causa el dengue, pero también otros como el zika y el chikungunya. Vive dentro de las células y pasa de una generación a otra a través de los huevos, pero como en el Aedes no vive de manera natural, de ahí surge la idea de modificar a los mosquitos que pasan estas enfermedades a un ser humano. “Si un insecto macho tiene Wolbachia y se aparea con una hembra que no la tiene, los huevos no eclosionarán. Y si la hembra la tiene y el macho no, ella pondrá huevos y todos eclosionarán, pero toda su descendencia será portadora de la bacteria. Al cabo de algunas generaciones, casi todos los individuos ya son portadores y, por tanto, no transmiten nada”, resumió el doctor Vélez.

Usando agujas microscópicas, los científicos de Medellín extrajeron la bacteria de moscas de la fruta y la inyectaron directamente dentro de huevos jóvenes de aedes aegipty. Para hacerlo, tenían que construir un insectario. “Así que hicimos uno muy grande, algunos lo consideran el más moderno de América Latina. Es una verdadera fábrica: podemos producir 40 millones de huevos con Wolbachia por semana”, celebró Vélez. Después de “miles y miles de intentos”, según el experto, finalmente tuvieron éxito. Una vez que los mosquitos eran portadores de la bacteria, la pasaban naturalmente a su descendencia sin necesidad de nuevas inyecciones. Posteriormente, esos mismos insectos fueron infectados con dengue y encontraron algo “realmente excitante”, en palabras del médico: “El virus no crecía bien en el receptor y, si no puede crecer, no puede transmitirse a las personas”.

El siguiente paso fue probar ese enfoque en comunidades donde el dengue había sido un problema durante años. Se liberaron ejemplares con Wolbachia una vez por semana durante 20 semanas en Medellín, y en el lapso de unos pocos meses, cerca del 100% de ellos portaba la bacteria. Años después, sigue siendo así. “Los resultados son claros. Los casos han disminuido dramáticamente y tenemos la esperanza de que este método de control pueda proteger la salud de casi 4.000 millones de personas en el mundo que viven en situación de riesgo”, concluyó Vélez.

El World Mosquito Program está presente desde 2011 en varios países de Oceanía, Europa, Asia y América Latina. El éxito más destacado –antes de que el equipo colombiano presentara sus hallazgos– es el de Indonesia, donde se logró reducir la incidencia en un 77% y la mortalidad un 86% en una zona de la ciudad de Yogyakarta, donde se liberaron los zancudos transgénicos. Globalmente, el WMP estima que han protegido a diez millones de personas y han evitado 300.000 casos y 20.000 hospitalizaciones en 11 países: Brasil, Colombia, México, Indonesia, Sri Lanka, Vietnam, Australia, Fiji, Kiribati, Nueva Caledonia, y Vanuatu.

Vacuna y fármacos, en pañales

A pesar de que el dengue es muy antiguo, no se conoce hasta ahora una vacuna eficaz ni un tratamiento específico para ella. La OMS tan solo recomienda reposo, hidratación y supervisión médica. Y, como mucho, paracetamol para aliviar los dolores musculares y la fiebre. Isabela Ribeiro, directora del grupo de enfermedades víricas en DNDi, destacó durante su intervención en las jornadas que los esfuerzos deberían destinarse a buscar terapias de choque que eviten la evolución del paciente a fases más graves para evitar muertes y también el colapso de los sistemas sanitarios. La formación especializada de los médicos igualmente ayuda, pues una rápida intervención, en los tres o cuatro primeros días desde la aparición de síntomas, es crucial para salvar vidas: según sus estimaciones, entre el 22 y 53% de los pacientes que llegan al hospital desarrolla la versión hemorrágica. “Si uno no lo diagnostica y tampoco maneja la cuestión de la administración de los fluidos, habrá una importante evolución a dengue severo con todas sus consecuencias. Cuando miramos la situación en las Américas es que las muertes van reduciéndose los últimos años, principalmente porque se detecta más precozmente”, afirmó.

En cuanto a las opciones vacunales existentes, actualmente solo existe una desarrollada por los laboratorios Sanofi-Pasteur, en 2015, que se comercializa en 20 países, pero su utilización está muy limitada porque se ha demostrado que inocularla en personas que no han padecido antes esta enfermedad aumenta el riesgo de padecer dengue grave. Por ello solo está dirigida a personas entre 9 y 45 años que hayan tenido al menos un episodio previo de infección. Fernando González Romo, microbiólogo del Instituto de Salud Carlos III, repasó las candidatas que se encuentran en fase de ensayos clínicos y llamó la atención sobre la dificultad que supone crear una inmunización eficaz para los cuatro tipos de dengue que existen. “La vacuna será solo una estrategia más dentro de un conjunto de estrategias que se tienen que desarrollar”, concluyó.